lunes, 15 de septiembre de 2008

Plan de viaje en el Siglo XXI

¿Qué somos como país y Sociedad?
En un esfuerzo de síntesis; somos potencial de mucho y realidad de casi nada, o de muy poco.
Tenemos casi todo por construir y reestructurar; y de lo existente, todo está sujeto a revisión y a la pertinente corrección. Es una gran oportunidad.
Desde esa perspectiva, la oportunidad que tenemos enfrente es una maravilla; todo por cambiarse, no es de todos los días, ni de todos los siglos; es la gran oportunidad para ser mejores, sin duda.
De manera que si lo positivamente logrado, lo corregimos y empleamos como sustrato, base o cimiento, para construir el futuro necesario, el indispensable para lograr el total apoyo a la vida y el desarrollo armónico e integral de la sociedad y sus integrantes; entonces no estamos tan pobres.
La agenda nacional y muy amplia y compleja, pero tenemos que solventarla, no hay de otra.
Los quehaceres nacionales entonces son muchos, pero también tenemos experiencia y las tecnologías suficientes, falta voluntad de construir un destino común.
Son muchos los actores y cada uno está preocupado por la viabilidad del modelo de desarrollo, que ya se agotó y por lo tanto no es viable ya.
Poseemos una experiencia común, como pueblo y como civilización, mismas que nos pueden fortalecer y unir, hasta convertirnos en una verdadera potencia; solo falta la voluntad asumirnos en esa dimensión del futuro común.
Hemos reunido por ejemplo, una basta experiencia de lo que no debe hacer el clero. Que ha dedicado más de cien años a tratar recuperar privilegios y tributos que tuvo en un pasado muy distinto al actual. Que pena quedarse atrapado en los bienes materiales, quienes tienen la oportunidad de promover las maravillas espirituales.
Hace apenas unos días, un emisario del arzobispo primado, se desgarró las vestiduras por que el gobierno “solamente” les asignó setenta millones de pesos para la reparación de algunos de sus templos, como si los usuarios de las instalaciones, los mismos que con nuestros impuestos generamos el presupuesto de gobierno, estuviéramos obligados a doble tributación con el clero.
Primero porque cada servicio del clero, tiene un costo y una burocracia peor que la de gobierno, para desarrollar vivienda social, por ejemplo.
Si se trata de un bautizo, hay una cuota, más las limosnas de rigor; pero si es una boda, el asunto toma otros niveles y tarifas, y hasta ahí puede ser procedente, hay que estar conscientes de los costos, y que quien al altar sirve, del altar vive. Vale.
Ahora bien, pero de eso a que el erario público tenga que subsidiarlos en país con ochenta millones de pobres, obesos, desnutridos, diabéticos, con alto desempleo y sin apoyo gubernamental; está muy complicado, sumamente difícil, y todavía se engorilan porque “sólo” les asignaron setenta millones de pesos.
Por esa y muchas cosas más, la feligresía ha buscado otras opciones para su encuentro con la fe, como son los grupos evangélicos.
Por eso desde los púlpitos se hace campaña contra todos aquellos que siguiendo el ejemplo de los primeros pastores y los apóstoles, bajo un árbol o en cualquier cabaña comparten sus reflexiones y hacen sus lecturas del evangelio, sin tener que pagar tarifas, ni presentar papeletas de cursillos, sólo necesitan llevar bien puesta su fe.
Por eso se multiplican las iglesias cristianas y con mucho esfuerzo y mayor gusto, edifican lo que pueden, pero instalan su iglesia.
Son dos rostros de la misma fe, en México, distintos, complementarios, pero sobre todo; nos guste o no, parte de nuestra realidad y no la cambiaremos con lanzar críticas y ataques contra nadie.
Si queremos cambiar, y hacerlo para todos y bien, empecemos por reconocer nuestra realidad, tal cual, porque nadie más va ocuparse de hacernos ése diagnóstico, ni a interesarse en los cambios necesarios, en la transformación que debemos aterrizar y concretar para que le otorguemos a las generaciones venideras, al menos un menú de opciones similar al que recibimos.
Una vez más expreso y reconozco públicamente, que he tocado fondo en todos los lodos habidos y por haber, y que por lo tanto no aspiro a impartir la cátedra de ética, ni a establecer lineamientos de moral para nadie, sin excepciones.
Pero también debo reconocer que esa experiencia me permite una serenidad mental y anímica necesarias y suficientes, como para encausar mis energías y pensamientos, a impulsar la construcción de un mundo mejor cada día y para todos. De eso me ocupo todos los días.
Ahora bien, en materia educativa, en el campo, en las empresas, en todos lados, tenemos grandes retos, la maravilla es que los podemos superar, porque tenemos un gran inventario de recursos humanos, comprometidos con mejores oportunidades y niveles de vida, y porque tenemos también un grupo de empresarios que no se rajan, ni se arrugan frente a la cada vez más difícil tarea de crear empleos.
Difícil porque el gobierno vía impuestos, es socio de toda empresa, pero no la apoya, ni le invierte apropiadamente, entonces es un socio ganancioso y nada más.
¿Ejemplos?
Intente desarrollar vivienda social y me platica; son mas de ochenta trámites.
Trate de localizar un terreno de bajo costo, para que sus recursos disponibles se apliquen a infarestructura e instalaciones productivas; los encontrará allá por Soledad de Doblado o Camarón de Tejeda, con sus respectivos costos de adicionales de fletes y traslado de personal y mercancías.
Solamente unas cuantas empresas pueden interesarse en los fraccionamientos industriales, cuando se acomodan a sus gastos y planes de comercialización.
Necesitamos remar todos en la misma dirección.
Dado que el punto es compartir una reflexión y no dictar conferencia, ni cátedra alguna, asumimos que tenemos un promisorio futuro por delante, solo que hay que construirlo entre todos y trabajar mucho, todos también.
Como aquí se publican ideas y conceptos que pretenden servir para construir nuestro futuro común, en todo tema y circunstancias tratamos de nutrirnos de la realidad, pero no aspiramos al monopolio de la verdad, ni de broma; por lo tanto, podemos equivocarnos como cualquier mortal, y estamos dispuestos a reconocer otras caras de la realidad, cuando así se acrediten.

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