lunes, 16 de junio de 2008

Crítica Política y Política Crítica.

El enunciado anterior puede ser más que un simple juego de palabras.
La crítica política suele ser dirigida hacia políticos y motivada por eventos políticos.
La política crítica puede ser el ejercicio del poder público en condiciones de muy escaso margen de maniobra, y a veces francamente sin espacios para el dialogo y la concertación.
Ahora bien, analicemos la crítica de fondo, la que se procura con bases, no como un acto de intenciones varias, sino con objetividad que se sustenta en la realidad; considerando las circunstancias perceptibles y los normales jaloneos del juego de las muchas pasiones e intereses; el juego político.
Cuando los comentarios políticos se hacen con apoyo en un análisis previo y con los suficientes argumentos para poner en la balanza un proyecto o un programa de gobierno, se le hace un servicio a la democracia y a la comunidad, por la sencilla razón de que se le están brindado al responsable de las decisiones pública, elementos ya destilados para una reflexión madura y sensata.
Desde esa perspectiva el valor de la información pasa a ser otro, porque una vez depurado y reflexionado, trasciende el espacio de la información, para incursionar en los terrenos del conocimiento de las causas y los efectos, y orientar así las decisiones y los afectos, políticamente hablando.
La política no la hacen las máquinas, ni los árboles, ni los ríos; es obra humana y por lo tanto perfectible, sujeta a la naturaleza y condición humanas, y a tiempos y circunstancias.
Esa una de las tantas razones para que en el escenario de la actividad pública se mezclen tanto los pensamientos, como los sentimientos, y dado que las pasiones y ambiciones son humanas y se construyen con pensamientos, también están presentes en las canchas de lo político.
Sin embargo no todo es juego de inteligencias y estrategias de mercado; se necesita un producto vendible y ése suele ser el personaje en cuestión, el funcionario o gobernante situado en el punto de interés del público.
Esa circunstancia por otro lado hace que gente sin experiencia, pierda el equilibrio con relativa facilidad, porque confunden la importancia del cargo o encargo público, con la dimensión personal, desde luego suele tratarse de un juicio desproporcionado y sin sustento.
El paso por los puestos públicos es una oportunidad múltiple y temporal, los resultados, buenos o malos pueden trascender nuestra propia existencia, esa es la pequeña diferencia.
En lógica sencilla, todo lo que la actividad política aparenta ser, se traduce o no, en resultados que la gente dedicada a otras actividades, pueda percibir y sentir en el bolsillo y en los servicios comunitarios.
Ese el fiel de la balanza que ya aplica el electorado en México a partir de los muchos proyectos de cambio sin resultados y de las malas mañas mostradas a partir de que se subieron al autobús del poder quienes nunca lo habían tripulado y que ahora ni se quieren bajar para darle oportunidad a sus asociados, y hasta se pretenden adueñar de lo que ya tiene propietario, de lo que pertenece por ley, al pueblo de México.
Desde el anonimato, hasta los reflectores de la cancha política, pueden pasar muchos años, para un aspirante a estrella electoral.
Sin embargo, retornar al anonimato es más fácil de lo que pueden imaginar, cuando se cierran a escuchar las observaciones y les molestan las críticas exhibiendo con todo lujo, su ignorancia del segundo oficio más antiguo del mundo, pero que tiene mucho del primero, como dijo el expresidente norte americano, Ronald Reagan.
El que verdaderamente conoce el valor estratégico de la opinión política no solamente se nutre a diario con ella sino que la fomenta, la apoya y se sirve de ella, para mejorar cada día sus estrategias y programas, considerando ese afluente de opinión y reflexión.
Sólo la necedad se opone a la opinión ajena, igual que lo hicieron los monarcas autoritarios que terminaron sus días en la guillotina, después que el pueblo tomó La Bastilla y Cantó la Marsellesa en la Francia de los Enciclopedistas.
Sus émulos y copistas, fueron derrotados por las constituciones y por la democracia.
Gran necedad es por lo tanto la madre del autoritarismo, y sus costos suelen como en todos los lujos, altísimos.
El mundo en general y México en particular se asoman a una magna oportunidad de construir acuerdos, y aumentar el riego y la fertilización a las democracias.
Por eso necesitamos una democracia fuerte, vigorosa, competitiva, pro activa, de propuestas y no de zancadillas y bloqueos, como el que le recetaron a Santiago Creel, quien ha mostrado madurez y congruencia suficientes para que ser un candidato con buen grado de aceptación, pero sus democráticos compañeros, le tiene pavor a la democracia, igual que hace doscientos años, cuando el cura Hidalgo pronunció su famosa frase; “no nos queda más remedio que matar gachupines”.
Esperemos que la sangre no llegue al río, y que la sabiduría popular sea un tranquilizante para algunos actores políticos que andan más desbordados que los ríos de Tabasco en 2007.
Las circunstancias son únicas en esta ocasión, para reclamar cordura, diálogo y unión.
Mensura en los planteamientos y conciencia social en los proyectos todos.
Éste país está informado y está comunicado y sabe con claridad que le beneficia y que le perjudica, sabe quienes trabajan para sí y quienes tienen interés en la comunidad.
Es tiempo de mucha prudencia, por que quienes apuestan a encuestas y opiniones del público preconcebidas y tendenciosas, se pueden llevar la sorpresa más grande de su vida.
La opinión es sana, si se le sabe poner en su justa dimensión.

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